Si al entrar en el desván puedes llegar a intuir un soplo de aire fresco tras un día caluroso, la caricia que alivia la caida o el sueño tras un día de trabajo...entonces sabré que he conseguido mi objetivo

martes, 23 de julio de 2013

Diario de una Exposición. Día 20


Día 20
Sábado, penúltimo día de la
exposición, los quince días han volado como un suspiro, se me han hecho cortos, aunque he experimentado algún momento de soledad, el balance como experiencia me ha gustado, creo que ha sido positivo.
Desayunamos los cuatro y tenemos una breve sobremesa, porque tenemos idea de recorrer mi camino de la Mina, que Julián y Paloma no conocen. El día es azul y la temperatura es un poco más elevada que otros días, por la noche ha llovido, con lo que hay menos moscas molestas. Recorremos la senda charlando y a un paso tranquilo, disfrutando de las vistas majestuosas, que la senda, que va aumentando de altitud lentamente,
va ofreciéndonos del valle, llegando a ver en ciertos lugares Benasque a vista de pájaro, como una maqueta deliciosa. Les cuento la leyenda de Aciella y Rabasón, el enano bufón contrahecho que enamorado de la bella Aciella, hija de los condes de Ribagorza, viendo su amor despreciado se refugia en las altas cumbres; Aciella ante la ausencia descubre que le echa de menos y le quiere, por lo que se marcha a buscarle, para descubrir con horror su cuerpo, muerto de pena y miseria en la montaña, ella se tumba a sus pies no sintiéndose digna de reposar a su lado. Sus cuerpos convertidos en piedra forman las cumbres de las Tucas de Ixeia.
A la vuelta nos tomamos un aperitivo en la terraza de Prados de Velarta y subimos a comer a casa, preparamos carne (entraña)
¡¡Buenísima!! y ensalada.
Yo me bajo a la exposición a las cuatro y media, ellos se quedan durmiendo la siesta, bajarán más tarde.
Viene mucha gente, tal vez el día que más, cuarenta o cincuenta personas, explico los cuadros, escucho opiniones (muy favorables), hay gente que se lleva mi tarjeta, pasa la tarde. Enseño la exposición a Luisa, Julián y Paloma, explicando con especial cariño cada cuadro. Por la noche bajamos a cenar al restaurante de Prados de Velarta, como siempre los dueños, que son amigos, nos atienden con cariño, charlamos con ellos y nos retiramos sobre las 11:30. Después de tomarnos el chupito correspondiente. ¡¡ Un gran día !!

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