Si al entrar en el desván puedes llegar a intuir un soplo de aire fresco tras un día caluroso, la caricia que alivia la caida o el sueño tras un día de trabajo...entonces sabré que he conseguido mi objetivo

martes, 23 de julio de 2013

Diario de una Exposición. Día 21


Día 21
Desayunamos y despedimos a Julián y a Paloma que regresan a Madrid. ¡ Muchas gracias por vuestra visita ! Siempre las despedidas me dejan un regusto a soledad, cuando son de amigos y seres queridos.
Luisa y yo decidimos darle una buena limpieza a la casa. Luisa se pone con la cocina y yo limpio cristales, polvo y aspiradora que te crió. Mañana daremos el último toque cuando salgamos. Al terminar nos vamos a dar un paseo por el pueblo, a la salida nos encontramos con Joanjo que viene de recoger setas con su cesta, hoy si ha cogido. Coincidimos con la escritora Marisa García Viñals, amiga de Joanjo y me la presenta, charlamos los cuatro y me dice que bajará a ver la
exposición si encuentra vehículo. Nos despedimos, Luisa y yo vamos a darnos el paseo, Joanjo va a su casa y Marisa al restaurante Prados de Velarta, quedamos allí con ella, después del paseo para darle mi tarjeta y para que me firme un libro que tengo en casa.
Hago algunas fotos y disfrutamos de una mañana llena de sol por las calles del Cerler viejo, caminamos entre sus casas recias, de piedra y madera. En sus muros, y enganchados de salientes o farolas cuelgan cadenas con maceteros cargados de flores, que son un regalo para la vista; al final de las calles casi siempre es posible ver como decorado final, las moles de las Tucas o el Perdiguero, parece que caminamos por una postal viva. Bajamos a comer a Prados de Velarta, doy mi tarjeta a Marisa y
nos dedica su libro, bajará a ver mis cuadros con la familia Posadas.
La tarde se vuelve gris, una vez más y se oyen truenos en la lejanía.
La exposición me parece hoy un poco triste, le había cogido cariño a esta sala fantástica y a su techo de grandes vigas de madera.
Entra gente a partir de las 18:30, en algunos momentos bastante. Una pareja de Guadalajara, que ya me habían visitado me compran un cuadro, quedo en entregárselo a partir de las ocho.
No puedo recoger porque hasta última hora está entrando gente. Viene la familia Posadas, con sus consuegros y Marisa. Disfruto una barbaridad cuando enseño los cuadros a mis amigos.
A las ocho y media descolgamos algunos cuadros y hacemos un paquete, pero tienen que cerrar,
terminaremos mañana.
En casa cena rápida y nos dormimos viendo la tele, a las once al sobre.

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